lunes, 17 de febrero de 2014

IZTUETA



Juan Ignacio Iztueta Echeberria

Folklorista e historiador en lengua vasca nacido en Zaldibia el 29 de noviembre de 1767 en la casa "Iztuetaenea", luego "Kapagindegi". Fallece el 18 de agosto de 1845 también en Zaldibia.


Se le ha solido atribuir una extracción humilde pero estudios basados en documentación fehaciente demuestran que la familia, pese a dedicarse a elaborar capas, era de origen hidalgo siendo el bisabuelo de Iztueta procedente de la casa-torre Iztueta de Lazkao. De sus rasgos físicos se sabe solamente que era menudo de cuerpo, de pelo y cejas castañas, barba cerrada, hermoso de rostro, y que poseía una mirada viva y un tanto maliciosa, por lo que se le conocía con el apodo de "Zuria". El mismo se define como un hombre ignorante, sin escolarizar ("gizon lego eskolatu bageko jakin-ez bat") aunque su prosa y los conocimientos de que hace gala a través de ella, desmienten, por lo menos de hecho, tal condición. A los 23 años contrae su primer matrimonio, con Joaquina Linzoain de Urnieta, de la que enviudó doce años después.


  ERMITA DE SAN SATURDI - ZALDIBIA - GIPUZKOA
 Vivió en Zaldibia hasta el 6 de diciembre de 1801 en que es encarcelado en Villafranca acusado de estar implicado en un robo perpetrado a Martín Antonio de Aldosoro, escribano de Zerain. Estuvo en prisión hasta 1807, estancia sobre la que se ha especulado ampliamente atribuyéndola a un tropiezo con la Inquisición o a posible complicidad en el infanticidio imputado a la que luego será su segunda mujer, Kontxesi, encarcelada por ello. Según demuestra Jesús Elósegui documentalmente, Iztueta fue delatado por el vicario de Zaldibia, José Ignacio de Echave, dictando el Tribunal de la Inquisición de Logroño auto de procesamiento el 13 de marzo de 1805:
"calificadas las proferencias del reo (sobre libertad sexual y libre pensamiento) en lo objetivo y subjetivo de heréticas, escandalosas, blasfemas, simplicium reductibus, y propias de un materialista".

Según sigue el auto:
"el tribunal por auto del 13 de marzo de 1805 acordó la prisión en cárceles secretas con embargo de bienes y que se siguiese su causa hasta definitiva, pasando antes el correspondiente oficio al gobernador de la Sala del Crimen de Valladolid mediante a hallarse preso el reo en Azpeitia de orden de la Sala".

Por documentación adjunta vemos que Iztueta era entonces "maestro de primeras letras de la villa de Zaldivia". Logroño quiso obrar con cautela en el caso ya que logró discernir el odio existente entre el vicario e Iztueta. De todas formas el proceso siguió adelante y el 20 de abril de 1806 nuestro hombre es trasladado a dicha ciudad riojana. Sin embargo, como no se ha hallado en veredicto inquisitorial, ni el de la justicia ordinaria que veía la causa por hurto, no se sabe nada más sobre la doble acusación que pesaba sobre Iztueta. Su célebre canción A Kontxesi, su amada, nos demuestra que cuando se hallaba preso lo estaba también ella, pues dice así:
Esperantzetan bizi, maite gozoa, noizbait kunplituko da gure plazoa, eta orduan, gauza txarrik ez artu buruan: lengoai utzi ez degu pasatzen perra gutxi: preso sei urtez, onduko gaituzte nere ustez.

"Dulce amor, vivid esperanzada, alguna vez se cumplirá nuestro plazo, y entonces no deis cabida en la mente a nada malo; dejad lo pasado que no pasamos pocas penas; preso seis años creo que nos mejorarán."

El cuáquero Usoz, cuenta al conde Gräberg en carta que le escribe, que Iztueta había conocido a Concepción (Kontxesi) Bengoechea en la cárcel de Azpeitia, acusada y convicta de infanticidio, de un hijo que había tenido, procedente de amores con un cura a quien servía. También este Usoz dice de Iztueta que había sido ladrón de caminos en compañía de un hermano suyo contando nuevas peripecias. Usoz se extraña de que en la aprobación de la obra por los eclesiásticos, uno de ellos, don José Ramón Elorza, se haga tantos elogios del autor siendo tal clase de persona. Así es en efecto; Elorza dice literalmente:

"que hace muchos años conozco al autor de dicho manuscrito, y aún no pocas veces he presenciado en su nativo lugar de Zaldivia diversidad de danzas y bailes en particular de solo hombres adiestrados y capitaneados por él: y si bien desde entonces formé la idea del singular talento y habilidad. que le acompañaban para dirigir y ejecutarlos con admirable destreza y perfección, a satisfacción del público, a la vista de la obra confieso que su autor no sólo es superior al gran concepto que formaba de él, sino que se excede a sí mismo por las singulares noticias, que nos da de treinta y seis bailes guipuzcoanos...". 

Claro que esta declaración de Elorza está hecha en 1824, cuando Iztueta tenía ya 57 años, pero la carta de Usoz es de 1842, diez u ocho años más tarde todavía. Las noticias que Usoz da al conde son de medio siglo antes.

Merced, otra vez, a la documentación aportada por Elósegui, sabemos que no acabaron las desgracias del zaldibitarra al salir de la prisión logroñesa. En 1808 se produce la invasión napoleónica hallándose nuestro hombre, a la sazón, en Azpeitia. Su actividad como afrancesado y colaborador de los revolucionarios aparece en el sumario que se le inició en 1813, al restablecerse la dictadura fernandina:
"Istueta fue uno de los testigos en la decantada información recibida por el intruso fiscal de la sanguinaria junta criminal (de San Sebastián, en 1809), el licenciado D. Luis Arocena. información por curia resulta fueron deportados a Francia hasta quince individuos los más notables, y en la opinión del promotor fiscal tal intervención es la más vehemente presunción de la decidida adesión al enemigo. pues Arocena para averiguar el grado de opinión patriota de aquellos individuos no se valdría de como no se valió sino de testigos cuia opinión contraria le constaba. Además influye no poco para comprobar el mismo concepto el haber sido empleado Iztueta por el govierno intruso en el ramo de Hacienda en San Sebastián pues nadie ignora que tales empleos no se conferían sino a personas que habían dado pruebas efectivas de la adesión al enemigo...".

 Juan Ignazio de Iztueta.

De ciertas declaraciones tomadas a Iztueta durante el proceso llegamos a saber que el 24 de abril de 1810 se traslada con su mujer, Concepción Bengoechea, con la que se había casado en 1808, (y sus niñas) desde la villa de Azpeitia donde residía desde el año 1802, a San Sebastián. Kontxesi murió en San Sebastián el 28 de marzo de 1815 a los 39 años de edad. Juan Ignacio, en inquietante situación ante la justicia, era cabeza de familia compuesta por dos niñas; María Antonia y Josepha Francisca habidas en su primer matrimonio con María Joaquina de Linzoain; y otros tres hijos: Ignacia, Valentín Eusebio y José Francisco, frutos de su enlace y matrimonio con Kontxesi. Hallándose Iztueta preso en la cárcel de Tolosa se efectuó embargo de sus bienes el 15 de septiembre de 1815. En las dos detenciones -1814 y 1815- que Iztueta sufrió en Tolosa, fue puesto en estado de libertad bajo fianza. Tras peripecias varias, por fin llegó el final de este proceso al pronunciar el Corregidor Sr. Macía Lleopart, el 24 de noviembre de 1815 su definitiva sentencia por la que:
"sirviendo de parte de pena a dicho Yztueta la prisión que ha sufrido, le condeno a dos años de destierro de la citada villa de Azpeitia y de la ciudad de San Sebastián donde actualmente reside, que podrá evitar pagando cien ducados aplicados a penas de cámara y gastos de justicia, y en las costas de esta causa...".

Tras este borrascoso período de su vida vemos ya a Iztueta residiendo tranquilamente en San Sebastián. Durante los años siguientes va a desarrollarse su producción literaria.

A los 60 años contrae tercer matrimonio, con M.ª Asunción de Urruzola, zizulkiarra, con la que tuvo a Francisco, Ignacia y Antonia. Era vigilante de la Puerta de Tierra de San Sebastián y llegó a ser Alcaide de Corregimiento.

A edad avanzada volvió a su villa natal con la aureola de viejo maestro "Bailarín mayor de Guipúzcoa". En la plazoleta existente ante su casa siguió adiestrando a sus "dantzaris" hasta los 77 años de edad. Iztueta fue, además, organizador. No sólo fue obra suya su grupo de Zaldibia sino los de Guipúzcoa entera. Aseguró la continuidad enseñando las danzas a los jóvenes; hizo un maestro de Olano y éste, de Pujana, el más caracterizado de nuestro tiempo. Después, han surgido otros muchos como recompensa al promotor zaldibiarra.

 Kapagindegi, casa natal de Juan Ignacio Iztueta Echeberria

Con gran satisfacción relata Iztueta, en el prólogo al libro de las danzas, la doble misión que, en 1819, tuvo que cumplir: la de enseñar, por encargo del Ayuntamiento de San Sebastián, al tamborilero Latierro todos los aires vascos que supiera para que aquél transcribiese al pentagrama y se conservaran después en el archivo de la ciudad y la de adiestrar a los asilados en la Casa Misericordia en todas las danzas vascas. Gracias al cumplimiento de esta misión, pudo contemplar la ciudad en su Plaza Nueva la Ezpatadanza, Brokel-dantza y el alegre villancico de que tanto se ufanan los donostiarras.

Iztueta es el primero de nuestros folkloristas(para algunos autores, es el padre Larramendi). Se interesó por las danzas de su tierra en la época en que éstas estaban a punto de desaparecer, debido en buena parte a las guerras de los años 1792, 1808 y 1823 y a la aversión de la iglesia a este género de diversiones, mientras en el Real Seminario de Bergara se enseñaba el "bayle a la francesa". Se ha escrito de Iztueta que "vino para detener a los bailes vascos en su caída al abismo". Para él, la danza no era sólo una distracción sino la conservación de un rito. Definió el baile con estas palabras: "Bailar es cantar con los pies". 

En San Sebastian formó grupos de danzas que habían de ser decisivos en el futuro. Grupo Goizaldi en su XXV aniversario. Museo de San Telmo, de San Sebastián. Año 1973

En el año 1824 publicó su Guipuzcoaco dantza gogoangarrien condaira edo historia beren soñu zar, eta itz neurtu edo versoaquin. Baita berac ongui dantzatzeco iracaste edo instruccioac ere. (Donostian 1824, 165 p.) sobre 36 danzas guipuzcoanas memorables, que alcanzó celebridad; formó cuadrillas con las que actuaba en las fiestas de la ciudad y ante los personajes ilustres que la visitaban. Nuestro guipuzcoano es artista de temperamento: es danzarín que ejecuta, interpreta, enseña, investiga, recoge información folklórica cuando no había en el mundo todavía folkloristas; puntualiza y describe sistemáticamente las danzas, emite sus ideas estéticas y sabe también fustigar con éxito y energía las inclinaciones decadentes de la juventud de su tiempo. Nos hallamos ante un precursor del folklore moderno que sabe, además, decirnos que la danza debe expresar ideas y sentimientos puesto que es cantar con el pie, sabe que antes de nada es ritmo, puesto que asegura que primitivamente debieron de ejecutarse sin instrumentos musicales obedeciendo solamente al ritmo de sus movimientos. Iztueta, además, acomete la increíble innovación de escribir sobre esos temas y en euskera, suelto, ágil, natural y fluido por lo general. A los 58 publica Euskaldun anciña anciñaco. Ta are lendabicico etorquien Dantza on iritci pozcarri gaitzic gabecoen soñu gogoangarriac beren itz neurtu edo versoaquin, Donostia 1826. (35 p. y música).

Iztueta no sólo ha investigado sobre los bailes peculiares de Gipuzkoa, sino también sobre su vida e historia, lo que le permitió redactar, entre 1842 y 1845, la Historia de Guipúzcoa, su obra póstuma, que se publicó en 1847, después de su muerte: Guipuzcoaco provinciaren condaira edo historia ceñetan jarritzen diraden arguiro veraren asieratia orainarte dagozquion barri gogoangarriac eguin eta zucendu cebana D..., guipuzcoaco dantza anciñacoen condaira-ren eguillea eta bertaco soñu zarrac bildu ta arguitarata cituenac. Donostia (520 ps.). Esta obra es tanto producto de lecturas diversas como de recopilación directa recogiendo muy interesantes datos sobre los modos de vida, la crisis económica de Guipúzcoa de la segunda mitad del siglo XVIII, la situación de la lengua y su relación con los fueros, los diversos sistemas de prestaciones mutuas, las diversiones, los acontecimientos bélicos, en especial aquéllos que presenció él mismo (guerra de la convención, guerra napoleónica, guerra carlista).



Fuente: http://www.euskomedia.org/aunamendi/56819/40243

 


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